lunes, septiembre 15, 2008

Desorden

"muéstrame un hombre que viva solo y tenga una cocina perpetuamente sucia, y cinco veces de cada nueve se tratará de un hombre excepcional
Charles Bukowski

"muéstrame un hombre que viva solo y tenga una cocina perpetuamente limpia, y ocho veces de cada nueve se tratará de un hombre de cualidades espirituales detestables"
Charles Bukowski


Mierda, soy un cerdo, y Buk no me convence, precisamente porque era tan cerdo como yo. La encimera siempre esta llena de platos sucios y cervezas vacías, el fregadero hasta arriba. La mesa del ordenador y la del comedor sufren el mismo destino, a veces tengo que hacer hueco para que quepa más mierda. Me canso de la mierda y me pongo a limpiar, entonces llego a apreciar la comodidad a la hora de cocinar. A los dos días todo vuelve a la normalidad, la mierda tiene raíces profundas. A veces pienso que acabaré como los viejos con síndrome de Diógenes. El desorden no se limita a la cocina ni a los platos. Siempre he sido un desordenado patológico, el orden es insoportable, feo. En la mesita de noche se agolpan un montón de libros que leo y que abandono por la mitad para continuar vete a saber cuando. Otros que releo cuando uno de los anteriores me recuerda algún pasaje, otras veces son determinadas experiencias las que me llevan a releer. Alguna vez el libro entero es el que guarda relación, a veces solo un par de páginas, otras veces tan solo unas líneas o un par de párrafos, cuando acabo se quedan en el montón, no vuelven a la estantería. Hay libros que viven perpetuamente en la mesita.

La situación es muy poco práctica, cuando viene alguien tengo que pasarme una hora limpiando para adecentar el piso. Cuando traigo a alguien inesperadamente a veces es vergonzante. Soy un cerdo, pero me han educado para avergonzarme de ello. Eso complica las cosas. Sería más sencillo olvidar las consignas del Ingsoc, descondicionarme y que las visitas se hagan hueco antes de sentarse en el sofá. O quizás reprimir mi tendencia innata a la entropía (un buen comienzo sería dejar de considerar que se trata de una tendencia innata), eso seria igual de cómodo pero sin los perjuicios sobre mi vida social de la opción anterior. Pero todos sabemos que la realidad es que nada va a cambiar, va a continuar esta solución de compromiso: Empeoramiento de la situación hasta que se hace insoportable, bandazo hasta el extremo opuesto, y lenta evolución a un cómodo término medio hasta que deriva en la situación original. Acaso sea ese el ciclo natural de las cosas, en las relaciones sentimentales, en la vida laboral, en la política. Después de completar el ciclo varias veces el listón de lo insoportable acaba por desaparecer, y te quedas con esa mujer en una situación que no hubieras soportado hace unos años, en ese trabajo tragando lo que no hubieras creído que tragarías nunca, y votando a un partido al que a los veinte despreciabas. A eso lo llaman madurar. Creo que necesito un trago.

Abajo el hermano grande
Abajo el hermano grande
Abajo el hermano grande
Winston Smith

martes, septiembre 09, 2008

Un pirata turco

La Lola se fué a los puertos,
Badalona se quedó sola.


Fueron 22 días de verano, si uno se lo toma con calma no es demasiado complicado, a partir del cuarto día los 17 kilos de mochila ya no me dejaban los hombros destrozados.

La guía de la Editorial Prames permitió que no me perdiera demasiado, aunque los mapas adjuntos son claramente mejorables. El tiempo me respetó bastante, solo me mojé un par de días. El paraje más hermoso el refugio de Baiau, de lata y vació delante de la frontera con Andorra, rodeado de caballos pastando. Allí alguien había dejado un folleto sobre los osos pirenaicos que no escondo que me tensionó un tanto, con consejos sobre que hacer si te encuentras con uno.

Pasé tres días malos, entre la cabana dels esparvers i Planoles por una ¿sobrecarga? ¿rotura fibrilar? en el cuádriceps izquierdo, tuve que comprimirlo con un vendaje y hubo momentos duros en los que cojeando durante horas pensé en la retirada, pero cuando llegué a Nuria el dolor había desaparecido.

La parte más dura fue al perder altura. Después de Nuria, los pirineos menguan rápidamente, cuando se camina sobre los 2000 metros no hace calor, pero a 500 metros y con una ola de calor encima caminar es agobiante. Entre Setcases y La Vajol fui el yunque del sol. Tuve que cambiar mi rutina y dejar de caminar entre las 11 y las 12 de la mañana y volver a andar a partir de las 17 o 18, entre esas horas el calor y la humedad eran insoportables. Al llegar a l'Empordà la tramontana refrescaba el ambiente y permitió volver a caminar con normalidad.

Desde La Vajol vi por fin la bahía de Roses y el mar. El baño en El port de la Selva fue uno de los mejores de mi vida. La última etapa fué complicada, habían cambiado la ruta este año y la guía no contemplaba el cambio, fue un tanto confuso. Fui por el camino antiguo donde había una evidente falta de marcas. La llegada a la última marca fue ... no sé como definirlo la verdad, aunque me sorprendí a mi mismo por sentir una cierta indiferencia, pero indiferencia no sería una forma correcta de definir lo que sentí, dejémoslo en que no lo percibí como el final de nada.

Quizás me conocí un poco más a mi mismo, 22 días en solitario no pasan en balde, pero no encontré la iluminación, aunque cerca de Beget, donde acampé cerca del río, tuve una tormenta eléctrica encima durante más de dos horas que quizás estuvo cerca de liberarme del yo, aunque de una manera un tanto abrupta. Llevaba un libro sobre meteorología en montaña y no fui capaz de decidir si era más seguro seguir en la tienda o refugiarme debajo de un grupo de árboles, lo que tampoco es aconsejable. Me quedé en la tienda. No pasé miedo, lo que más me sorprendió es que mi pensamiento más acusado era que teniendo cierta información delante en un libro, no era capaz de decidir cual de las opciones era la mejor. Si me hubiera caído un rayo en la tienda, la sensación, en caso de haberla podido tener, hubiera sido de estupidez.

Llegué moreno, sucio y barbudo (brú, brut i barbut queda molt millor), al llegar a casa alguien me comparó con un pirata turco. Si empezé con Machado, acabo con otro que no por sobado es menos hermoso, una declaración de principios cantada por un pirata en las cercanías de Estambul que firmaría sin dudar.


Que es mi barco mi tesoro
Que es mi dios la libertad
Mi ley, la fuerza y el viento
Mi única patria, la mar