miércoles, enero 17, 2007

A lo Gandhi

Voy a casa de E, Está con A. Vamos al cine en mi coche. E dice:

- ¿Oye, cuando vamos a echar un partido a algo?
- Dame un tiempo, tengo que volver a coger forma. Me he hartado a comer estas fiestas.
- Vaya, siempre igual, yo también he cogido kilos.
- Y se te nota.
- A ti también.
- Pues últimamente hago lo que dicen, intento comer cinco veces al dia, voy a spinning.
- ¿Y que?
- Mierda, hasta diciembre aguantaba de aquella manera. Maldita navidad.
- Bueno, ahora volverás a ir.
- Me han cambiado los horarios del spinning, ahora no me cuadran.
- Bah, excusas.

...

- Mierda, tengo que hacer algo, con veinte años comía como un cerdo y no había manera de ganar kilos.
- Antes eras joven. Cuando fuimos al Camino de Santiago estabas palillo.
- De eso hace tres años casi.
- Ya te digo que estás viejo.
- Mierda, habrá que hacer algo.
- Habrá!

Llegamos, aparco, sigo pensando.

- Haré dieta.
- De puta madre, vamos al frankfurt.
- Mierda, digo que haré dieta.
- ¿Y que dieta vas a hacer?
- Una dieta a lo Gandhi.
- ¿A lo Gandhi?
- A lo Gandhi!
- Oh, mira, frankfurt gigante 3'80.

E. pide un frankfurt gigante, A. pide un frankfurt gigante.

- Ponme otro frankfurt gigante.

Comemos, vamos al cine. pilla palomitas, no me gustan las palomitas, no me gusta la gente que come palomitas en el cine, no me gusta el cine de palomitas. Donde venden palomitas también venden chuches. Hace mil que no como chuches. La gula llama a la puerta.

- Joder ¿ahora pillas chuches? Menuda dieta a lo Gandhi.
- A tomar por culo el mundo y las dietas.

Mañana vuelvo al spinning, dos meses y como nuevo.

lunes, enero 08, 2007

Nunca Mais

Es sábado, piensa Moloko, o al menos eso cree, se acaba de despertar. Tiene encima una colcha que no reconoce. Entra mucha luz por la ventana, debe ser bastante tarde ya. Mira alrededor, al menos reconoce donde está, en el sofà del piso de E. Empieza a recordar.

Había quedado con E. la noche antes. E. quería ir al cine, luego salir, así que llaman a I. Quedan en l'ovella a la una. E. dice que hay tiempo de ir a cenar algo, así que bajan a buscar un bar. Pasan delante de un chino con menu a 4,50, entran. Está lleno, la noche de reyes está lleno, el mundo está loco. Como está lleno tardan en servirles, comen corriendo dos de los tres platos del menú y salen zumbando para el cine, ya van tarde.

Al salir del cine van a l'ovella, llegan a la una en punto, I. tarda dos minutos en llegar, entran, piden vodka con limon, caen tres jarras de litro. Luego van a dejar las cosas en los coches para ir al Razz. Moloko se encuentra con el coche abierto, la puerta del acompañante doblada y todo el contenido de la guantera encima del asiento del conductor. Mierda, piensa, me han vuelto a entrar. Mira bien y no se han llevado nada, pero le han jodido la puerta, Al final, con un poco de fuerza, vuelve a su posición y cierra correctamente.

- A la mierda - dice moloko - vamonos al Razz, no me van a joder la noche.

Moloko nunca lleva encima la documentación, piensa que si la lleva lo único que puede hacer es perderla, y que cojones, nunca se la habían pedido, ni diez años atrás cuando SÍ era joven. Esta vez la piden, a todo el mundo, por si hay peleas dentro, dicen. No tiene sentido. Van al coche a por la documentación, vuelven y a los de delante también se la piden, igual han tenido problemas ultimamente. Entran, hacen la consumición, Moloko no recuerda nada más.

- Mierda, como cojones hemos vuelto?

Recuerda volver a los coches, recuerda la urbana parandose al lado en un semáforo y amenazando con hacernos soplar. Ya no recuerda nada más.

- Mierda, no recuerdo donde dejé el coche.

Se levanta, va hacia la habitación e E, lo despierta.

- E. ¿Tu te acuerdas de donde aparqué anoche?
- ¿Que hora és.?
- Las 3 de la tarde.
- Mierda, tenía que ir a comer con mis padres.
- ¿Recuerdas algo?
- El Razz, los polis, ponerte la colcha encima.
- Mierda.

E. se levanta, hace algo de comer, espaguettis creo, comen intentando recordar.

- Mierda, donde estará mi coche.
- Igual se lo ha llevado la grua.
- Ahora llamo.

En los depósitos no ha entrado ninún coche con la matrícula de Moloko. Decidimos bajar a buscarlo.

Dos horas después se han pateado toda la zona, los sitios donde siempre aparca y nada. A E. le duele la cabeza, Moloko se fija y tiene una ceja rota y sangre seca detrás de la oreja, se ha golpeado la cabeza.

- E. ¿Recuerdas haberte dado un golpe?
- No, quizás en el Razz.
- ¿Y si nos dimos un golpe?¿Y si atropellé a alguien?¿Y si dejamos el coche tirado y volvimos andando?

Moloko se acojona, no encuentra el coche y empieza a montarse películas, se imagina atropellando a alguien y dándose a la fuga, se imagina los huérfanos de ese alguien.

- Mierda, nunca más conduciré bebido.

Vuelven a casa, llaman a I. no recuerda gran cosa tampoco, dice que E. se cayó y se dió un golpe en la cabeza. Moloko respira, pero hace que E. llame a la policía para preguntar si ha habido algún accidente con su coche involucrado, dicen que no. Moloko ya respira tranquilo, el coche simplemente está aparcado por algún lado, solo hay que encontrarlo.

Bajan y siguen buscando, a las siete E. se marcha, había quedado para cenar y ya no va a llegar, confiaban en encontrar el coche y que Moloko lo llevara, pero llevan cuatro horas dando vueltas y ni rastro.

Al final el coche aparece a las ocho, Moloko respira, al final todo ha salido bien, no hay huerfanos llorando. La puerta del acompañante tiene mejor aspecto del que recordaba, casi ni se nota el palancazo.

El problema gordo será para E, que no pudo llegar a la cena.

Moloko se hace una de esas promesas de principios de año, pero esta la cumplirá: Nunca mais.