- Oye, ¿como es que haces tantas faltas de ortografía?
- Mierda, intento no hacerlas.
- ¿Es que no aprendistes nada en el colegio?
- ¿te acuerdas que EGB era algo muy fácil?
- Si, no hacía falta estudiar ni nada.
- Bien, yo era el que suspendia siete asignaturas en cada evaluación.
- ¿Y eso?
- Me pasaba la mitad del tiempo castigado en el pasillo.
- Ahora entiendo lo de las faltas.
- Era fácil.
- También entiendo lo mal que escribes. Te perdistes los grandes clásicos en el cole.
- Mierda, yo creía que lo mal que escribía era solo mérito mio.
- Tu no tienes ningún mérito. Acéptalo.
- Siempre me lo dicen.
- De todas maneras, lee algo aunque no sean los clásicos, igual mejoras.
- No, si ya los leí.
- ¿Pero no estabas castigado en el cole?
- Si, pero los leí luego.
- ¿Por tu cuenta? No sabía que eras tan tonto.
- Yo tampoco, gracias por iluminarme.
- Nada hombre, cuando quieras me llamas.
- Descuida, cuando esté deprimido sin falta.